INTÉRPRETE DE REALIDADES.

No tengo ganas de ser o decir. Fue estúpido creer. No soy una persona que escribe, así que no entiendo la razón por la que me siguen leyendo. Ojalá él no se hubiera dado cuenta. Soy patética. Prefiero ignorarlo a enfrentarlo; yo soy quien espera encontrarlo pero huye cuando lo tiene de frente. Quise deshacerme de esa idea, quise ahogar el interés, pero no pude. Existen otros universos, y mejores quizá. No le estoy escribiendo a él en lo absoluto, no espero siquiera que sepa que sigo existiendo. Son sólo ideas vagas que encuentro, es su voz en mi memoria. Soy yo siendo imperfecta, soy yo no perteneciendo en sus categorías. No me siento a gusto con quien soy, con lo que hago, ni con lo que está a mi alrededor. Quizá es por eso que necesito de él, de un soporte o sólo de algo certero.

¡Qué maldita puede llegar a ser la vida! Estamos en la búsqueda, el tiempo pasa y no nos damos por vencidos. Somos los románticos, los que escribimos en la oscuridad, los que esperamos sin dudar. Mala jugada tras mala jugada, pocas veces llegamos a ganar. Intento ocupar mi mente, intento no darte lugar. Y entre más me alejo,  más regreso al mismo punto. ¿Qué tan bueno es ignorar? ¿Qué tan malo es conocer? Quiero ahogarme, ahogarme en melodías escritas para los malos ratos. Pero, ¿En dónde quedan los sueños? Y, ¿Hasta qué punto se convierte en fantasía? Se me está agotando la vida, lo sé. Poco a poco voy perdiendo lo que me mantenía a flote, poco a poco me voy lastimando. A veces no quiero seguir, a veces quiero huir. Estoy molesta ignorando, estoy molesta evitando. Soy la cobardía andando.