ANROMEDA. (Parte 5)


Antes de seguir, quiero destacar que este punto es sumamente importante en la historia, me encontraba a punto de cumplir dieciséis años, era tiempo de ser egoísta, pero no lo entendía, para mi era tiempo de hacer las cosas bien y eso hice...

Recuerdo que me levante antes que el, siendo sincera no quería tener que lidiar con una charla o un momento incomodo, así que decidí ir a tomar una ducha, y durante la ducha tuve uno de eso momentos, aquellos en donde piensas. Saben, me encanta pensar, pero esta vez fue distinto, pensé en lo decepcionados que estarían mis abuelos y mis padres; pensé en el brutal cambio que había ocurrido en mi; pensé y pensé, siendo honesta solo me atormente, no tenia caso, ya lo había hecho. Tenia 15 años, una virginidad intacta pero por vez primera había pasado la noche con un hombre, y lo peor era que yo, siendo tan solo una niña, le había permitido a el conocer una parte de mi cuerpo, tocar mi ser, y llevar mi adrenalina a un punto exquisito.
¿15 años? ¡Demonios! Me aleje tanto de mi realidad que no me había dado cuenta que en menos de un mes cumpliría 16, y también se cumpliría un año de su muerte; tan rápido, en menos de un año, la ausencia de mis abuelos había permitido que una parte oscura de mi surgiera y me impulsara hasta este momento. Deje de pensar en mi, en mis valores, en todo lo que mis abuelos me habían inculcado, tantos años de esfuerzo tirados a la basura por un estúpido impulso.

Después de este momento, salí de la ducha y me arregle; poco antes de terminar escuche ruido en uno de los cuartos, estaba segura de que era Yan, y quise prolongar esa charla, no quería abrumar mas mi cabeza. Me quede en mi habitación recostada, trataba de dormir pero mis pensamientos no me lo permitían, no podía dejar de pensar hasta que escuche que alguien toco mi puerta. Levante mi cabeza, mi estomago lo sabia, mi corazón radiaba sangre con mas intensidad, fui hacia la puerta, y justo antes de abrir la chapa tome un fuerte respiro y jale de ella.
Tenia razón, era el, su cabello estaba mojado, su cara se veía algo pálida, no dijo nada, solo miro hacia mi cama, paso y se sentó. Ahora fue el quien se disculpo, lo sentía avergonzado, siendo honesta yo también lo estaba, no recuerdo sus palabras pero recuerdo lo que surgió después.

En uno de los varios silencios incómodos, me arme de valor y le pedí que siguiéramos adelante, el como mi tutor y yo como una chica enfocada a la escuela; el no lo esperaba, pero ambos sabíamos que era lo correcto, ambos sabíamos que esto era momentáneo, que no duraría, que lo que fuera a pasar no tendría futuro y solo arruinaría mi futuro, y así fue. Continuamos con las clases, el en lo suyo y yo en lo mio, paso mi cumpleaños, comimos pastel y fui al parque, pero esta vez le di un par de vueltas, algo me insistió a pararme de aquella banca y solo caminar.

Algo increíble es que de la nada había dejado lo real, deje de tener cordura, deje de mantenerme en la linea, mis deseos no eran mas que fantasías absurdas de una chica en plena pubertad y la actitud de el, simplemente no era coherente. Desde aquel día, aquella charla, algo en nosotros cambio, al principio lo sentía un poco frió pero con el tiempo me acostumbre, prefería quedarme callada, comencé a salir mas, me quedaba un par de horas mirando los arboles, el cielo y a veces, ciertos días me quedaba un poco tarde para admirar el cielo estrellado, era magnifico. Uno de estos días fue cuando decidí que sea lo que estudiara seria algo que me permitiese tener contacto con estas maravillas.

Puedo jurarles que de esta manera, en este equilibrio perduramos poco menos de un año, y todo nuevamente siguió igual entre el y yo, sin embargo yo comencé a salir mas, no hablaba con alguien, no hacia falta; en general, me gusta la soledad, no es costumbre, simplemente me hace sentirme en paz, me hace pensar, me hace ser racional. Y si, los meses pasaban, los atuendos de los arboles cambiaban y yo mas me asombraba por la belleza del cielo, y con esto cada vez me quedaba hasta mas tarde. Toda esta estabilidad, todo este equilibrio cambio una tarde de abril.

Si tan siquiera me hubiera ido a casa, si tan solo hubiera seguido con mi rutina, si tan solo no hubiera cruzado la calle, si aquel señor hubiera salido a comprar pan solo 5 segundos después de su casa, o si aquel panadero hubiese desayunado y comido a sus horas, nada, absolutamente nada hubiera sido como hoy en día es.

Aquella tarde salí después de lo normal, quería apreciar las estrellas, así que fui al parque y me quede acostada en el pasto casi por una hora, el cielo se miraba perfecto, cada estrella, cada minúscula parte era esencial; todo era prefecto, hasta que un extraño olor a gas me llego a la nariz. Me pare casi por instinto, y mire al otro lado de la calle, venia de una panadería, me quede observando y por detrás del vidrio vi a un hombre desmayado, desde ese momento todo se volvió confuso. Recuerdo que no había mucha gente aquella noche, recuerdo que vi a un señor con un cigarrillo en la mano dirigiéndose a la panadería, recuerdo que algo en mi me hizo cruzar la calle, y exactamente en aquel momento que baje de la banqueta, aquel señor que se dirigía a la panadería sin notar aquel penetrante olor a gas, abrió la puerta.
Es asombroso como esa colilla causa aquella explosión, si tan solo yo no hubiese cruzado la calle aquella explosión no me hubiese alcanzado, si tan solo yo me hubiese ido a mi casa, aquella explosión no me hubiera dejado ciega. 

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