ANDROMEDA. (Parte 7)


"Desperté, abrí mis ojos y vi un destello entre tanta oscuridad, encontré frente a mi un inmenso espejo, en el reflejo podía ver a mis padres y a mis abuelos, de pronto en un parpadeo desaparecieron pero en su lugar vi a Yan, y fue ahí donde desperté de verdad."
Pasaron varias semanas, mis quemaduras sanaban extraordinariamente rápido, estaba fascinada con Karmin y todo lo que incluía el tener una amiga, a veces peleabamos pero nada que el helado, escuchar American Horror Story y Gale no pudieran arreglar, Gale era al que menos le gustaban nuestras peleas y el que terminaba siendo el recadero cuando nos mostrabamos inmaduras y nos dejábamos de dirigir la palabra, era divertido.
En fin, cuando Karmin dejó la unidad comencé a añorar su compañía, aún cuando Yan intentaba no dejarme más de una hora sola, pero cada fin de semana iba a visitarme junto con Gale, para platicar y escucharlos hacer ruidos extraños entre cada beso que se daban; así que al final de la semana, pasaba poco menos de 300 horas a lado de Yan, cosa que conllevó a aquella noche...
Exactamente faltaban 7 meses para que iniciara mis clases en la Universidad, así que Yan comenzó a quedarse hasta tarde para repasar cosas y todo eso, pero aquella noche de luna llena (según las noticias), sin motivo aparente decidió quedarse a dormir, cabe mencionar que decidimos olvidar todo lo que había pasado antes del accidente y también mantener una relación prudente a nuestra situación, así que las cosas iban de maravilla; entonces, me quedé en... ¡Ah claro! La noche de Luna llena, cuando me avisó que se iba a quedar a dormir asumí que pretendía quedarse para adelantar las lecciones pero antes de si quiera responderle lo aclaró, y me dijo que su intención era pasar tiempo de convivencia, y vaya que lo supo aprovechar. Nos encontrábamos jugando Domino, mi sentido del tacto mejoraba y me permitía percibir cosas más fácilmente; era ya la una de la madrugada y al parecer ninguno de los dos tenía sueño, pasaron cerca de quince minutos más cuando de la nada Yan interrumpió el juego invitandome a jugar "Pregunta por pregunta", admito que se me hizo algo infantil, la última vez que lo jugué tenía 13 años y lo hice con la abuela, nada emocionante por cierto, aún así acepté y comenzaron las preguntas...
Yan comenzó a preguntarme cosas estúpidas como, ¿Cómo estas hoy? ¿Qué palabra te describe? Y preguntas que sin problema alguno podría encontrar en un chismografo, así que yo sólo preguntaba ¿y tú?, para no preguntar algo inapropiado. Pronto dieron las dos de la mañana, las risas fueron calmándose y llegó un momento en donde sin quererlo, sólo sentí la mano de Yan haciendo hacia atrás de mi oreja un mechón de mi cabello, y ahí fue cuando en lugar de preguntar el "¿y tú?", le pregunté si se había olvidado por completo de aquella noche poco antes del accidente, donde éramos un nosotros, y el sólo suspiró. Hubiera matado por ver sus ojos, por ver su bello rostro hacer una de sus muecas de nerviosismo pero sólo me limité a imaginarlo, sólo me limité a sentir, después de escuchar su suspiro, sus manos acariciar mi rostro, y su respiración frente a mi rostro; pegó su frente a la mía y entre susurros escuché que maldecía, pero con todo y maldiciones, cuando pegó sus labios con los míos cualquier sentimiento de arrepentimiento y enojo se esfumó, para dejar únicamente un sabor agradable, un sabor que ya añoraba, sus labios. Cuando terminó aquel largo beso el susurró en mi oído, "me ha sido imposible ¿y a ti?"; en lugar de responder sólo moví mi cabeza, negando lentamente y fue ahí donde Yan se sentó sobre mi cama, tomándome de la cintura con una mano y con la otra la cabeza, mientras nuestros labios se fundían con el ardor de nuestros cuerpos prohibidos; comenzamos a deshacernos de la ropa, nuestra respiración fue aumentando de velocidad, Yan comenzó a bajar su mano sin vergüenza alguna y no digo que me molestara, al contrario, cada centímetro más abajo me hacía sentir más dichosa, por fin, perdería mi virginidad y no con un alguien sin importancia, si no con Yan, mi profesor, mi tutor, quien pagaba mis gastos, quien era quince años mayor que yo, quien...
- ¡Andrómeda! ¿Me estas escuchando? Aún no me respondes, ¿hay o no un chico que te llame la atención?- preguntó Yan un poco desesperado.





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