MAÑANA ES DIECISIETE.


Mañana es diecisiete, 
y algo bueno debe de pasar.
En los últimos días, 
una ola de nostalgia me ahogó casi por completo.
Intenté recordar,
recordar el sabor de un buen beso,
recordar el calor que emitía un alguien,
recordar como el tiempo matizaba cada momento.
Creí haber encontrado a la persona,
tenía 15 años y fue patético.
Jamás me había sentido igual,
jamás me he sentido igual.
Le di el poder suficiente para destruirme,
y lo hizo.
Un ser herido,
un alma en pedazos,
y una autoestima por los suelos.
El tiempo pasó,
y aquella inocencia se esfumó.
¿Valió la pena?
Sí.
En días pasados me volvieron a destruir,
sin embargo fue un sujeto del que no lo vi venir.
Amamos,
y es una buena cualidad del ser humano,
pero nadie nos explica lo que implica.
Nadie nos dice que amar trae consigo la vulnerabilidad.
Hace algunos años me hicieron pedazos,
hace algunos días hicieron añicos mis propias convicciones.
Mi persona favorita clavando la daga en mi espalda,
y de pronto todo comienza a caer.
Sabía que no era yo,
creí que podría serlo.
Observaba sus actos,
no por obsesión sino por casualidades del universo.
Admiraba la sutileza de su andar,
memoricé su silueta,
y encontré la calma en su respirar.
Sin ser directa comprobé lo que tanto temía,
y el dolor no llegó.
Admiro mi capacidad para ignorar,
admiro mi capacidad para fluir,
pero admiro más mi capacidad para existir.
Estoy cansada,
y por más motivos que encuentre,
siempre el universo me pone en mi lugar.
No soy especial,
no escribo poesía ni algo parecido,
existo,
y me esfuerzo en hacerlo bien.
Mañana es diecisiete,
quizá y nada suceda,
pero que nada suceda ya es algo.




Comentarios

Entradas populares de este blog

EFECTOS SECUNDARIOS DE LA E.

DETONAR

VERSOS LIBRES. TÍTULO SÉPTIMO: CERTEZA