INSÍPIDO.

Te escribo porque eres mi última jugada,

te escribo porque puedo.

Hace mucho que no lo hacía,

labios con labios,

ojos cerrados,

y el tiempo ausente.

Me sentía muerta en vida,

no sentí emoción alguna,

no existía un rostro,

fue algo insípido.

No sé si aún te extraño,

no sé si ya te he superado,

y eso no tiene nada que ver con el hecho de que hoy te esté escribiendo,

pero quiero desahogar lo que siento,

quiero volver a sentirme viva,

como cuando escribía de lo estúpida que era,

como cuando escribía cada detalle de tu esencia,

como cuando escribía de cada golpe,

de cada herida.

No me siento nada orgullosa de lo que estoy haciendo,

no siento y eso me asusta,

pedí no sentir en vano,

pero no de esta manera.

Me estoy reteniendo,

no puedo ser consciente de su rostro,

no puedo recordar cómo son las comisuras de sus labios,

no puedo recordar cómo son sus ojos,

no puedo recordar algún detalle.

Tengo miedo,

miedo de perder.

Soy amante del romance,

me gusta sufrir por ello.

Soy amante de las buenas historias,

soy amante de las miradas profundas,

soy amante de los momentos espontáneos,

soy amante de lo orgánico en la vida.

A pesar de que hace mucho dejaste de existir,

había ilusiones que me mantenían ocupada,

no sabía realmente si eran ilusiones, fantasías o esperanzas,

pero fueran lo que fueran me hacían seguir cuerda,

sé que me hacían daño,

pero sentía.

Decidí alejarme de ellas,

buscar por mi cuenta algo real,

y al parecer lo hice todo mal.

Me encuentro en una disputa,

ya no sé qué es mejor,

no hacer nada y vivir entre fantasías, ilusiones y esperanzas,

o ir en busca de lo que sea, siempre y cuando sea real.

Estoy fastidiada, 

encontré lo ideal y el universo simplemente me lo arrebató de las manos.

Me lo arrebató con el pretexto de darme algo,

algo real,

y tengo miedo de que ese algo sea lo insípido,

lo que carece de emoción,

lo ausente en esencia.

¿Qué es mejor, lo que queremos o lo que necesitamos?